Cuenta Antonio Álamo que ‘Sí, a todo’ es la historia de un amigo. Un actor, para ser más concreto. Un actor que ha trabajado en algunas obras de teatro y en algunas películas de renombre (‘Ocho apellidos vascos’ o ‘El niño’, entre otras). Así que, ¿te va a sonar su cara? No lo creo. Siempre salió en esas pelis que vieron millones y millones de personas muy de refilón, diciendo (o no diciendo) un par o tres de frases. Pero no penséis que él estaba descontento con su suerte. No, en absoluto: la vida, a poco que salga bien, es maravillosa….
En septiembre del 2018, el autor y director se encontraba inmerso en los preparativos de un largometraje en el que participaba el intérprete. Sin embargo, un día antes de la primera citación…
“Me llamó para decirme que no podría cumplir con su compromiso. Dos años más tarde (la película ya había sido rodada y estrenada), quedamos en vernos. Nos reunimos en una casita de campo que la familia de Abel tiene en Chiclana. Allí pasamos tres días. Me contó, con detenimiento, lo que le había sucedido. Lo sentí, de alguna forma, como un privilegio. Y, entonces, regresé a casa y me puse a escribir esta obra. Creo que es un relato lúcido –trágico en ocasiones, hilarante en otras— sobre aquello que nos hace humanos, sobre el vínculo más íntimo que compartimos. Escribí esta obra porque, cuando Abel me contó todo lo que le había pasado, me dije: Esta es una historia que merece la pena ser contada. Y también pensé: ¿Quién mejor que él para contarla?”.
Esta obra sucede en Cádiz y se cuenta con el humor, la poesía y el acento de Cádiz. Abel es gaditano, y Álamo –sin serlo— ha dedicado cientos de páginas a ese particular Macondo con el que contamos en la península ibérica. También es gaditana Maka Rey, que crea e interpreta el espacio sonoro valiéndose tan solo de su voz y su cuerpo. Cádiz es algo más que el fondo o el paisaje sobre el que transcurre la acción. Es su música. Por supuesto, la música del habla, aunque también se nos cuela la música del pasodoble y del carnaval. Pero es sobre todo el tono: la poesía que se nos presenta sin buscarla; la gravedad, que se tiñe de humor, y el surrealismo sureño, que de algún modo acaba explicando lo inexplicable.