“No son más que sombras, y los peores no son tan malos si se ayudan de la imaginación”. (Shakespeare. El sueño de una noche de verano)
La Zaranda regresa a la programación de Feria de Palma con el espectáculo ‘Manual para armar un sueño’, una decidida oda a la esperanza, que quiere arrojar luz en las tinieblas de un mundo hostil a todo lo que escape a su comercio. Un viaje infinito en la historia y que sin embargo transcurre en el corto espacio que va de un camerino al escenario. Un sueño tan delgado como el hilo de una cometa que resiste a toda suerte de tempestades. Un espectáculo intimista y desgarrador, poético, que despliega todas las virtudes de un teatro con sello único como es el de La Zaranda.
¿Y si volviéramos a la vida? Se preguntan estos personajes olvidados en el fondo del espejo. Frente a ellos un actor ha ido envejeciendo camerino a camerino. Maquilla su íntima derrota, sus gastadas ilusiones, ese desengaño que ensombrece sus días. Tantas cosas han muerto en él que la vida no será lo suficientemente larga para olvidarlas. Pero hoy escucha esas voces dentro del azogue y es como si el alma se le devolviera al cuerpo. En este presente estéril en que el hombre no parece estar a la altura de sus sueños, con sus últimas fuerzas, saldrá a irradiar esperanza al escenario.
Aliado con sus personajes cruzará dédalos donde los burócratas almacenan su tedio, sorteará los socavones que cubren las alfombras rojas de la fama, alumbrará las oscuras galerías donde la vulgaridad empantana todo, volará sobre los afilados precipicios de la mediocridad. De nuevo desafiando a la muerte y al olvido, buscará la alegría del reencuentro con el teatro.
La Zaranda reflexiona sobre los personajes “olvidados en el fondo del espejo” que se desvanecen entre camerinos y que notan el paso del tiempo sobre su piel. En apenas una hora de duración, el espectáculo plantea al espectador una plaga de dudas, batallitas y dilemas sobre un actor que maquilla su derrota y que tiene que dar el espectáculo una vez más. De nuevo, Eusebio Calonge va un paso más allá y pone en bandeja una historia de sueños frustrados al servicio de unos intérpretes maravillosos como son Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez.
“Es una obra cargada de metáforas e imaginería visual, hablamos de un actor retirado y creamos una metáfora sobre el teatro de la vida. Para empezar separamos entre persona y personaje, el que es actor da todos sus nervios y potencia al personaje que el autor le pide”, ha explicado Calonge sobre los aspectos que conectan al personaje con quien lo interpreta, “ahí ya encontramos alma y espíritu, y por eso hablar del teatro es, al mismo tiempo, hablar sobre la vida”.
Con la ayuda de tres personajes, el protagonista realiza su recorrido por la historia del arte, por los clásicos y por su historia como individuo. Todo impregnado de un humor inteligente marca de la casa, que reflexiona sobre el fin de la vida artística: “El humor surge del acto de crear teatro, es de la fragilidad de donde sale el humor, que es hijo del dolor. Muchas veces la risa puede ser desesperada, pero a la vez es importante para la crítica”, comenta Calonge.
Han transcurrido cuarenta y cinco años desde que La Zaranda emprendiera su andadura teatral, realizando una intensa labor creativa que le ha valido un gran prestigio internacional. Su trayectoria tiene como constantes teatrales: el compromiso existencial y el partir de sus raíces tradicionales para revelar una simbología universal; como recursos dramáticos: la búsqueda de una poética trascendente sin perder la cotidianidad, el uso simbólico de los objetos, la expresividad visual, la depuración de textos en el propio proceso de creación y la plasmación de personajes vivos; y como método de trabajo, un riguroso proceso de creación en comunidad. La Zaranda, como cernidor que preserva lo esencial y desecha lo inservible, desarrolla una poética teatral que lejos de fórmulas estereotipadas o efímeras, se ha consolidado en un lenguaje propio, que siempre intenta evocar a la memoria e invitar a la reflexión.