Es una de las compañías más veteranas del teatro andaluz… Desde el año de su fundación en 1995, Histrión Teatro ha participado con todas sus producciones en todas las ediciones de la muestra. O, al menos, eso cree recordar Gema Matarranz, actriz de la compañía y artífice de su nacimiento. Con ella y con su compañero de reparto, Alejandro Vera, hemos hablado sobre la obra con la que se presentan este año, ‘Lorca, la correspondencia personal’. Un apasionante viaje al ser humano detrás del poeta a través de los recuerdos de su vida justo antes de ser asesinado.
-¿Qué vamos a ver en ‘Lorca, la correspondencia personal’? ¿Qué cuenta la obra?
-Gema: Es un viaje emocional, que le llamamos nosotros, de una hora y diez minutos. Y, a través de la correspondencia personal de Lorca, pasamos por todos los puntos que hemos considerado, o que en este caso Juan Carlos Rubio, que es el dramaturgo, ha considerado que deberíamos tocar para entender un poco a Lorca. Pero el conflicto emotivo para llevar esta obra es la última hora de su vida, cuando está encerrado en el molino de Víznar, de alguna manera, que creo que sería así la realidad, sabe que lo van a matar. Que lo van a asesinar.
– Es una obra original basada en textos de Lorca, ¿de dónde surge la idea?
– Alejandro: Se basa en su correspondencia personal publicada. Dentro de todo lo que había, también hay cosas de su poesía y cosas de su teatro, pero, sobre todo, lo que cobraron fuerza fueron sus cartas. Las usa para conocer a Lorca como ser humano, se le ha tratado a través de su obra pero aquí vemos cómo era con su relación con su padre, su madre, cómo era cuando hablaba con sus amigos con sus amigos, sus amantes…
G: Sí, eso tambien te lleva a que, en determinadas cartas, se ve su situación emocional. Y ahí ya puedes comparar lo que escribió en esos momentos. Es un juego muy bonito.
-Es su última hora de vida y el repaso por todos sus recuerdos. ¿Es la visión poética de eso de que toda tu vida te pasa por delante justo antes de morir?
-A: Sí, sí. Nosotros planteamos que, ante el horror estar allí encerrado antes de morir, la única salida que tiene es su cabeza y sus recuerdos.
-¿Tiene más a la alegría, a los recuerdos agradables o lo contrario?
G: Es una mezcla. La obra tiene una mezcla curiosa porque el paso por todos esos estados y yo creo, por lo que hemos sacado un poquito en claro, que el era muy cambiante. Podía estar queriéndose morir o estar absolutamente que, vamos, no hay nada más maravilloso que vivir y escribir y sus amigos y su gente.
A: Es muy apasionado en todos los sentidos.
-Tú, Gema, eres además la fundadora de la compañía y la que lleva el peso empresarial. ¿Es duro ser empresario del teatro?
-G: Bueno, yo junto con mi compañera, Nina Carrascal. No, no es diferente que la de cualquier empresario normal. Es decir, mi padre o la gente que conozco lo ha pasado bastante peor que nosotros. Pero sí que es duro que, todavía, yo creo que hay muchas asignaturas pendientes en las artes escénicas en general. Hay una especie de obligación respecto al comportamiento empresarial que, en todo lo que hay alrededor, hay como desniveles. Entonces, estamos en algunos campos con un pie dentro y otro fuera y además hay una desidia, creo que generalizada.
-Se convierten en barreras.
-Sí, hay un poco de desamparo y desantención. Es mi opinión. En las artes escénicas en general.
-¿Esa es tu visión del teatro actual y del mundo de la cultura en general?
-G: Me tendría que meter más. Aunque nosotros estamos bien. Estamos muy felices. Estamos desde hace unos años en un momento muy dulce con la compañia, haciendo lo que hacemos. Cuesta mucho trabajo. Cuesta mogollón, pero seguimos luchando. Como decía Lorca: «Luchando, luchando, luchando».
-¿Qué supone para vosotros el paso por Palma?
-A: Para mí, es mi primer año en Palma del Río. Muy contento, muy emocionado de quedarme aquí. Yo me quedaba toda la semana para verlo todo. Y sobre todo porque sé que es un sitio muy especial para ellas, que llevan viniendo muchísimos años y, bueno, poder venir y mostrar este trabajo al público andaluz y que la gente lo disfrute.
G: Y nosotros como compañía, ya ves, vinimos la primera vez en el año 95 y, hasta ahora, hemos pasado con todas las producciones que, practicamente, hacemos una producción al año.
-¿Habéis venido desde entoces todos los años?
-Sí, creo que sí. El año pasado estuvimos con Arizona, el anterior con Juana y hemos venido creo que con todo.
-Además de la falta de respaldo de la que hablábamos por parte de las instituciones, ¿cómo veis al público?¿Se llenan las salas?
-G: No.
A: No, llenarse no.
-¿Puede existir esa desidia de la que hablabais debido a que no vean que sea algo por lo que merezca la pena apostar?
-G: Yo creo que todas las cosas tienen que tener una mochila, unos años, un respaldo. Al público hay que cuidarlo a todos los niveles. Porque es muy fácil el trabajo de diez años de un mantenimiento de una sala, de llevar público y todo eso, y cargártelo en una temporada. Y estamos pasando por baches que lo notamos todos. Entonces, ahora mismo al público en general le cuesta ir al teatro. A lo mejor se siguen manteniendo en capitales y salas que tienen un público muy cuidado. Y aún así cuesta llegar al público.
-¿Qué viene después de «Lorca, la correspondencia personal»?¿Qué proyectos hay?
-G: Pues tenemos un nuevo proyecto pero todavía no… Hay que tenerlo. El año que viene volveremos y, probablemente sea de la mano de Juan Carlos Rubio.