Pionera de los festivales de danza contemporánea en Sevilla y en toda Andalucía, María González levantó hace 25 años en Sevilla lo que con el tiempo se ha convertido en todo un referente en el calendario de los amantes de este arte escénico. Lo hizo a partir de una propuesta en la que ella supo ver algo más y, con sus altos y sus bajos, se ha encajado ya en el cuarto de siglo manteniendo vivo este proyecto que ha llegado a arraigar de manera independiente en otros puntos de Andalucía. Tal labor no merece menos que un homenaje en la Feria que cada cada año reúne lo mejor de los escenarios. La Feria de Teatro de Palma del Río reconoce este año el trabajo detrás de Mes de Danza. Pero antes, hablamos con su directora.
-Hola, María. Lo primero, ¿de dónde y por qué nació la idea de Mes de Danza, hace ahora 25 años?
-Empezamos en el 94 y me llegó desde la Sala La Imperdible una propuesta de una escuela de danza y les propuse un proyecto que era algo más ambicioso de lo que ellos planteaban, En aquella época, con Imperdible trabajaba Fernando Lima, que llevaba poco tiempo en España. Brasileño, coreógrafo y bailarín. De hecho, si la imperdible quiso empezar este proyecto de danza es porque tenían en el equipo a este coreógrafo. Así empezó todo. Al principio era un festival muy pequeño, los primeros años estaba concentrado en La Imperdible. En La Herrería, que era una sala anexa. En el Almacén, que era el bar de La Imperdible y dónde hicimos un ciclo muy divertido que se llamaba la microdanza. Y poco a poco fuimos ampliando el festival a otros espacios de la ciudad, a otros teatros. En el segundo año del Mes de Danza, creamos la Asociación Andaluza de Profesionales y Amigos de la Danza, junto a Fernando y poco a poco el festival se fue independizando de La Imperdible y abarcando otros espacios.
– Y tanto, llegasteis a varias ciudades de Andalucía. No sabemos si era la intención de aquel proyecto más ambicioso que decías.
-Bueno, tampoco lo planteamos como ser más ambiciosos. Sobre todo existía una gran necesidad. No había nada de danza contemporánea en Andalucía y se nos ocurrieron muchas ideas y con muchas ganas de hacerlas. Y por eso fuimos creciendo. No tanto por ambición como porque nos apetecía hacer cosas, además de que sentíamos que era necesario poner en pie eventos, ciclos y formas que apoyaran también al sector de la danza. Hubo un primer gran proyecto en el que decidimos crear una extensión en Cádiz, un poco con el fin de rentabilizar los pocos medios que teníamos. Ya que nos costaba tanto levantar el festival y traer compañías de fuera de nuestra comunidad y de otros países, pues aprovechar esta presencia. Entonces le propusimos al ayuntamiento de Cádiz una extensión allí del Mes de Danza de Sevilla y lo aceptó con mucho entusiasmo. Ese festival ha celebrado este año su edición XVII de manera ya totalmente independiente. Pero bueno, tenemos el orgullo de decir que el mes danza a echado raíces en otros puntos de Andalucía.
-En Sevilla contáis hoy con espacios envidiables. Teatro Central, Maestranza, Alameda, Lope de Vega, Sala La Fundición. Supongo que refleja el éxito y apoyo que tiene el festival.
-Yo creo que se le tiene cariño en esta ciudad. Y bueno, aunque se hable de esos teatro siempre representamos en las «salas B» de esos teatros. El Mes de Danza programa propuestas de pequeño o mediano formato porque los recursos son escasos, por un lado. Y también, estos teatros, en su programación habitual, traen grandes nombres con grandes formatos. Pensamos que Mes de Danza tiene que cubrir el hueco que no cubren estas grandes representaciones.
-¿Cómo responde el público? ¿Hay afición a la danza?
-Sí. Ha sido una labor de muchos años. Un público no se crea de un día para otro y más cuando los medios de comunicación, medios tan potentes como la televisión, no apoyan la cultura en general. Hay muy poca visibilidad y más si hablamos de danza contemporánea. Entonces, crear público en condiciones adversas, es un trabajo de tiempo. Pero sí, tenemos público. Hay un público muy fiel. Muy, muy fiel. Contamos también con el público de profesionales de la danza que se vuelca apoyando las representaciones de sus compañeros, y notamos de unos años para acá que tenemos cada vez más un público turista, que se ha creado por un ciclo que hacemos de danza en espacios singulares, en el que creamos pequeños itinerarios de danza por la ciudad recorriendo espacios emblemáticos o espacios poco conocidos por el ciudadano. Eso es algo que atrae mucho al turista, al ser una manera diferente de recorrer y conocer la ciudad. Normalmente este ciclo lo concentramos alrededor del puente del 1 de noviembre para aprovechar el turismo de esa época. Y este es un público nuevo.
-Desde 2009, con el MAX, habéis ido ganando en reconocimiento. El más reciente el de la Red Europea de Festivales y ahora este homenaje en Palma. A estas alturas, ¿qué te supone el reconocimiento en la Feria de Teatro de Palma del Río?
-Supone el reconocer un trabajo. Supone también darnos credibilidad de cara a las instituciones porque a pesar de ser un proyecto veterano, trabajamos con un presupuesto muy por debajo de lo que deberíamos tener con todo lo que generamos. Pero sobre todo, un reconocimiento a nuestro trabajo y un aliciente también para seguir, que a veces nos encontramos con muchas dificultades a la hora de poner en pie el festival y, bueno, un reconocimiento de este tipo siempre es un impulso para seguir adelante.