El creador malagueño Alberto Cortés se presenta en Feria de Palma con ‘El ardor’, una deslumbrante pieza entre la danza, el teatro y la ‘performance’ que se sumerge en una salvaje disidencia sexual y vital. ‘El ardor es un speech sobre la decisión de abandonar la casa y elegir lo salvaje. Para ello el cuerpo necesita de una banda, de un ejército de desheredados y malditos. Dos ideas románticas sostienen el delirio escénico: el deseo como forma de vida (condena y salvación) y la inmortalidad como utopía política.
Creador malagueño formado en Dirección escénica y dramaturgia en la ESAD de Málaga y en Historia del arte en la Universidad de la misma ciudad. Desarrolla su trabajo en el campo de la investigación escénica desde el año 2008. Máster de Profesorado en la Universidad de Málaga. Ha desarrollado su discurso personal sobre conceptos como remezcla, periferia, folclore y composición instantánea. Actualmente imparte talleres donde comparte sus investigaciones, acompaña procesos de otras creadoras y compañías, trabaja en la mediación escénica y desarrolla sus propias producciones.
Esta obra de teatro nos presenta la interpretación de un gran Alberto Cortés en un discurso sobre la necesidad de convertir en inmortales a las comunidades marginadas como outsiders, adolescentes, viejas, queers y cuerpos al margen. Hacer de ellas unas bandas callejeras que vivan el deseo como un estado romántico e inmortal. Contra el consumo rápido, como herramienta de destrucción de la sociedad afectivo-capitalista.
‘El Ardor’ parece un discurso donde una sombra habla sobre la necesidad de convertir en inmortales a las comunidades outsiders, adolescentes, viejas, queers y cuerpos al margen, hacer de ellos bandas callejeras que vivan el deseo como un estado romántico inmortal, contra el consumo rápido, como herramienta de destrucción de la sociedad afectivocapitalista. “Sueño con un ardor que es el deseo puesto en crisis, no limitado a la pornografía sino a la posibilidad de engendrar un estado casi santo, de entusiasmo eterno. Sueño con ocupar las calles con pasión. Hay algo de incendiario en el discurso de la pieza y mucho de poética influenciado por las teorías postanarquistas de Hakim Bey, la narrativa salvaje y queer de William Burroughs o Arthur Rimbaud y la idea de la inmortalidad de los cosmistas rusos (exigimos al biopoder que haga inmortales a los desheredados, ya son vampiros)”.
El creador malagueño explica que desde el escenario se mira de lejos el concepto de revolución, de un modo que refleja la óptica contemporánea desde la que miramos el cambio en la sociedad actual: como un romanticismo cinematográfico imposible (estamos encarnando Lo Romántico): “Al final del todo lo que parecía un discurso era un poema dedicado a la calle y a mis padres. Y lo que parecía un monstruo era un marica”.
Esta pieza está sustentada en la presencia en la escena del individuo como incendio. Durante el proceso la investigación ha estado dirigida a entender el hecho performativo como enfrentamiento intérprete/médium–espectador/patio de butacas. El ejercicio de la representación en ‘El Ardor’ está basado en entender cuál es la escucha sensitiva y perceptiva que el performer puede manejar desde el escenario y hasta dónde puede disponer de los puntos de atención, tensión y ritmo para generar una composición instantánea. “La metodología de trabajo se basa en construir el material a partir de las palabras como elemento poético, lo que hemos llamado ‘Unidades Mínimas de Incendio’(UMI). Qué es lo que son las palabras sino llamas encendidas”, señala Cortés.