Marco Vargas y Chloé Brûlé asumen nuevamente el reto de enfrentarse a una creación para espacios singulares. En esta ocasión nos proponen un poema épico-lírico con sabores folclóricos. Con sencillez y sin adornos superfluos construyen un relato bailado de gran viveza narrativa, llevando al espectador al corazón de nuestra memoria colectiva.
Los romances constituyen una de las parcelas fundamentales del folklore musical extremeño, siendo Extremadura una de las Comunidades Autónomas con un romancero más rico y mejor conservado. En los años 50, España despertaba un gran interés en las élites culturales norteamericanas, ya que aún conservaba vivos los testigos del viejo mundo, en desaparición por una incipiente globalización. Alan Lomax (Texas 1915-2002), un etnomusicólogo americano, viajó a España entre 1952 y 1953, realizando grabaciones de campo que luego plasmaría en varios álbumes. Extremadura fue una de las etapas del americano y de ella rescatamos, para Romance de la piruleta, tres piezas originales.
Los personajes de ‘Romance de la piruleta’ transitan por varios paisajes: una mujer y un hombre comparten un mismo espacio, convirtiéndolo sucesivamente en bosque, en valle, en dehesa o en patio florido… apelando a la infancia como fuente última de inspiración y verdad. Porque todos albergamos a una niña o a un niño dentro, y los romances nos llevan a ese origen, a esa sencillez desde donde aprendemos el mundo y nos instruimos en valores.
Con esta misma naturalidad tratan estos personajes los elementos que les acompañan: unos trípodes negros que bien podrían ser flechas, valla o cercado, caminos, barricada o cortijo… Aún en la era post moderna, seguimos jugando a imaginar y representar, igual que lo hicieron nuestros antepasados, nuestra compleja condición humana con la ayuda de simples palos
Sencillos y evocadores, los romances extremeños son de las mayores riquezas de nuestro idioma y cultura: su influjo llega hasta nosotros, hablándonos de un pasado irremisiblemente perdido, dónde sin embargo nos seguimos reconociendo
“Como si de un archivo antropológico se tratara, como a una gran fiesta a la que están invitadas las personas y sus raíces, estamos convidadas, para dar cuenta de la asombrosa riqueza musical de esta tierra. Trazando un camino entre pueblos campesinos y pueblos marineros, a través de la danza y de sus músicas”, señala Elena Carrascal.
La pareja Marco Vargas y Chloé Brûlé se caracteriza por contar y compartir historias, expresando de forma narrativa a través del movimiento sus inquietudes, buscando enriquecerse constantemente y rodeándose de colaboradores. En su continúa búsqueda de innovación han sido compañía artística residente en Francia (Le 104 en París y Centre Nacional de Danse de La Rochelle), han coproducido en dos ocasiones con el Tanzhaus de Düsseldorf y colaborado en otras producciones como ‘Alejandrías, la mirada oblicua’ o ‘La solitude dans un champs de coton’ de L’Échappée Lyrique, siempre haciendo gala de un recorrido coherente y orgánico, destacando su labor en cada una de las producciones.
Desde 2005 Vargas & Brûlé conforman un equipo en permanente sintonía creativa con un lenguaje propio desde el flamenco y la danza. Han formado parte de las programaciones nacionales más relevantes como Bienal de Flamenco de Sevilla, Festival de Jerez, Mercat de Les Flors, Festival de teatro clásico de Mérida, y mostrado sus creaciones en lugares destacables como Tanzhaus nrw & International Tanzmesse nrw (Düsseldorf), Théâtre Forum Meyrin (Genève), Les Plateaux-La Briqueterie (Vitry-sur-Seine), Le Quartz-Scène nationale (Brest) y Théâtre du Rond-Point (Paris), Festival MIRADAS de Santos (Brasil), y el SIDance de Seul (Corea) entre otros.