‘También mi nombre se lo llevará el río’ es una experiencia performativa sobre la identidad. Una invitación a la presencia viva, a dejarnos llevar por el azaroso carácter de la búsqueda, sin miedo a que las cosas se nos escapen de las manos. En esta creación confluyen elementos de land art, Fluxus, la plástica escénica del arte de acción, el audiovisual y el lenguaje de los objetos.
‘También mi nombre’ se lo llevará el río es una pieza viva, en constante movimiento: “Ni siquiera tengo la certeza de que al terminar de escribir este texto el impulso que me llevó a concebirlo siga vigente. Lo que sí respira como una luz en la oscuridad de este bosque es la honestidad con la que siempre afrontamos este proceso: una continua exploración en búsqueda de nuestras voces como individuos y como creadores, de un lenguaje escénico que anhela ser flexible e integrador, humilde, que incorpore nuestro ser contemporáneo, desde lo íntimo y hasta lo periférico”, explica Rafael Abolafia, director del espectáculo.
Presentar y vivir, no interpretar. No contar desde fuera, sino desde dentro… En el devenir de los meses de laboratorio creativo, “nos ha atravesado la mística sufí, la utopía, la síntesis inefable de los haikus japoneses, la estética antropoarboriforme, y nos hemos acercado cada vez más a una experiencia fluxus. He descubierto con mi compañero de escena Javier Parra, con el resto del equipo (TAMA, Diego, Laura, Reyes) y con un buen puñado de amigos y nuevos amigos (María L, Francisco, Jesús, Ales, Lolo, Palen, Valero, Paula, Lola, entre tantos otros), que se puede generar una narrativa personal a partir de la reflexión y la investigación, escuchando y sintiendo al otro. Y que, como decía Cocteau, al final “lo consiguieron porque no sabían que era imposible”.
Por su parte, Javier Parra explica que si algo ha aprendido en este proceso es que resulta “imposible hacer un retrato estático nuestro, pues somos seres mutantes, también el público. Agradeceré siempre a Rafa que, como el ángel de ‘El cielo sobre Berlín’, me haya susurrado al oído preguntas sin respuesta y que me haya llevado de la manita a asomarme al retrato que, cada vez que te asomas, te ofrece el río. He visto lo que he sido, y he descubierto que lo que quiero ser, también soy yo. Ahora sé que podemos haber recibido alfileres, pero podemos exhalar flores, y que el viaje es nuestro. Y espero que las personas que se miren en este espejo vean los distintos “seres” que son y pueden llegar a ser. Soy esto, este que veis, en el río. Aquí, aquí. Ahora”.