Charo Martín, coreógrafa jienense afincada desde hace más de una década en Málaga, visita por primera vez Palma Feria de Artes Escénicas de Andalucía para estrenar «Thalassa», un espectáculo cambiante que combina danza española, el flamenco y la mitología griega. Lo hace con su joven compañía Chamarcas, en la que también participa su hermana Enery Martín.
Es la primera vez que estoy en Palma y supone un orgullo poder estar aquí… Al final lo he conseguido. Este año cumplo 40 años y para mí ha sido como un regalo. Después de pasar la etapa de trabajar para otras compañías, después de ser madre y reincorporarme la vida laboral, hacer mis propios proyectos y tener la oportunidad de estrenar aquí da mucho ánimo.
Un espectáculo de danza-teatro, donde mi lenguaje, que es la danza española y el flamenco se fusionan con el teatro contemporáneo. Es muy ameno, como muy bombón, para todos los públicos, e incluye alguna sorpresita para los niños. Mi otro espectáculo ha sido como más cruento y más duro, y este es como una cajita de música.
Sí. Y lo hemos inspirado todo en las formas del agua. Tengo que bailar como otra persona porque si no, como yo ya me aburro. Estaba buscando un personaje y encontré ese poema que habla del agua que se encuentra en todas partes, asimilándola al amor… Pero es que yo encuentro en todo danza, en cualquier movimiento de cualquier persona, yo me lo puedo llevar a un plano extracotidiano. Si coges cualquier conversación de una persona normal y le quitas la voz y le pones base musical puedes ver perfectamente un coreografía. Entonces me parece muy interesante. Sí que empecé a trabajar en cómo se movería mi cuerpo si yo fuese
líquida, si fuese gaseosa o si yo fuese sólida.
Se ven a trozos. Pero se pueden distinguir. Por la música y la gestualidad, te va llevando a diferentes estados físicos que también están relacionados con estados emocionales.
Aunque soy de Úbeda, con Málaga tengo una cuenta pendiente,. Llevo unos 11 ó 12 años viviendo allí y quería hacerle un homenaje a la tierra que ha acogido en mi etapa más madura, ya de madre. Y me está abriendo muchas puertas y oportunidades para que yo pueda seguir haciendo este tipo de cosas.
Sí, claro. En mi espectáculo anterior, por casualidad acabo en la calle. Era una pieza corta y no quería alargarla. Quería que fuese así y era muy fácil de llevar porque cuento con mi compañera de viaje, que es mi hermana —Enery Martín—, que llevamos el espectáculo anterior y ahora también participa en este y queríamos llevarlo a todos los públicos.
Como no nos conocía todavía la gente, no somos una compañía que tengamos una trayectoria larga, la calle nos aportaba una forma de llegar a más público y a más sitios donde normalmente no hay espectáculos culturales. Al ser una compañía pequeñita, tenemos la oportunidad de ir a pueblos donde casi nunca tienen espectáculos de danza. Entonces, nos encontramos un público súper agradecido, por eso me he enganchado a la calle. Yo quiero calle, que me vean niños, que me vean jóvenes, que me vea gente que en su vida habría pensado ir a un espectáculo de baile… Y que tengan un buen día y lo celebren conmigo, o que lo tengan malo y tú se lo puedas alegrar… Creo que eso es lo que me ha enganchado.
Efectivamente. Hay padres que a lo mejor no llevan a los niños al teatro por diferentes motivos, a lo mejor no tienen tradición. Los llevan más al cine y, de repente, se han encontrado que un sábado por la tarde se han sentado en un parque y están viendo un espectáculo de danza.