Desde sus inicios, Juan Dolores Caballero se ha planteado con su proyecto Teatro del Velador la búsqueda y la investigación en el ámbito contemporáneo como manera de crear y definir un lenguaje propio. Desafiando los cánones clásicos de equilibrio y armonía, o quizás ignorándolos, prefiriendo el desequilibrio, el exceso y lo inacabado, tal vez como reflejo de una violencia callada e interior, tal vez como reacción silenciosa al dolor de una sociedad, El Chino define su teatro y su danza como «Bruto», bebiendo y basándose en el arte bruto, donde las técnicas y los sistemas de representación proceden de una invención completamente personal.
Teatro del Velador regresa a la programación de la Feria de Palma con su arriesgada versión de la obra Aristófanes, que le inspira para hacer una fábula magnífica y personal de la pretendida república catalana… Los que la han visto aseguran que con esta obra El Chino recupera su sello más personal, un trabajo de los diez actores que roza la perfección. El argumento gira en torno a dos ciudadanos atenienses que huyen en búsqueda de una ciudad donde la corrupción y el abuso de los impuestos no ahogue a la mayoría de sus ciudadanos en favor de los poderosos. En su periplo se dirigen a la ciudad de las aves y convencen a los pájaros para que construyan una curiosa ciudad a medio camino entre la Tierra y el Olimpo.
‘Las Aves’ es fundamentalmente una crítica al independentismo excluyente. A esos independentismos que matan a la gente porque su tierra única, patria y adn siga existiendo.
El texto es de Aristofanes y tiene una perspectiva completamente actual. Hablamos concretamente de Cataluña y todo lo que significa. Es una crítica. La búsqueda del aislamiento y la supremacía me parece tan ridícula y tan reaccionaria.
Exactamente, es un planteamiento fascista. Todas las guerras que ha habido en este mundo,
fundamentalmente, han sido por eso. Desde «mi tribu es mejor que la tuya» hasta la Segunda
Guerra Mundial.
Creo que sí. La cultura y, en concreto, el teatro tienen la obligación de hacer la crítica a la sociedad que nos envuelve. Si quieres, riendo, y, si quieres, llorando, pero lo que no podemos es obviarlo y hacer un teatro que amanse.
La obra viene rodada. Esto es como los potros de carrera, está muy bien, en muy buenas condiciones y funciona. El público, quizá porque tengamos un sentido contra los fascismos mucho más amplio de lo que creemos, reacciona bien. Todo el mundo se pone de acuerdo.
Algún elemento se irá. Como dice Andrés Marín: «Esto para que ya se vayan todas las viejas…».